jueves, 26 de enero de 2012

Letras y sabores Velada colombiana


Gracias a Elvira podemos presentar un buen ejemplo de lo que son nuestros encuentros.

Letras y sabores Velada colombiana (noviembre 4 del 2011)

La noche colombiana de letras y sabores tuvo un poco de todo en una mezcla de sabores eclécticos y sincréticos. El menú de la noche combinó las delicias de la comida casera de la zona andina: sopa de plátano, carne desmechada en hogao, arroz atollado, ensaladas de aguacate, y las arepas de maíz, que no podían faltar. De postre, contamos con la torta pajarita, delicia sin par de la cocina de mi abuelita, y bocadillos veleños, pero también hubo el tradicional pumpkin pie americano y la torta de chocolate de De Luca’s restaurant. Todo esto acompañado con vino chileno y unas copitas de aguardiente cristal de las montañas caldenses. El autor invitado esta vez fue Héctor Abad Faciolince con su obra monumental, “El olvido que seremos”, como el centro de discusión de la sección de “letras”. El menú: La sopa de plátano estuvo a cargo de Alcidez y Diana. Una receta simple, pero deleitable: plátanos verdes, guiso de ajo, cebolla, especies y cilantro constituyó la entrada. La carne desmechada fue el aporte de Alondra, quien investigó sobre las diversas versiones de este platillo típico de las zonas andinas y no sólo de Colombia, sino de Venezuela, Perú y Ecuador. El descubrimiento es que la enunciación no hace la diferencia, pues en unas partes es carne mechada, mientras en otras es desmechada, o desilachada o despeinada, pero en todas las versiones, debe ir acompañada por el guiso compuesto de cebolla larga, tomate, ajo y especies varias para darle el sabor tradicional. En Colombia este guiso se conoce como hogao, ogao, hogado y ogado. Es decir, que la ortografía tampoco importa cuando de sabores se trata. Diana, quien es purista del lenguaje, no tuvo reparo en convertirse en la reina del ogao. Las arepas fueron las que salvaron el hambre de la espera. Alejandra se hizo cargo y de sus manos salieron las arepas delgaditas, crujientes y exquisitas que hacen parte del buen comer colombiano. Estas no alcanzaron a llegar a la comida principal, porque se esfumaron entre los ávidos comensales congregados en la cocina de la casa Blake. Los comensales fueron inventivos a la hora de saborear las arepas con mantequilla, queso manchego y hasta con la salsa del ogao. El arroz atollado fue mi parte, porque en una buena comida colombiana no falta nunca el arroz, pero en este caso, el arroz aderezado con pollo y verduras en azafrán es típico de toda Latinoamérica en sus diferentes formas. El arroz atollado es como su nombre lo indica, compuesto de lo que haya a la mano: esta vez, pimentones, zanahoria, alverjas, pollo, con su aderezo de azafrán y otras especies. La ensalada estuvo a cargo de Giomar, quien nos deleitó con este platillo de su tierra catalana. La torta pajarita que Romina preparó fue tan deliciosa que yo no alcancé a probarla, pese a que provenía de una receta famosa de mi abuelita. La receta es una variación de torta de banano con merengue, ponqué ramo y bocadillo. Los postres y el café Juan Valdez (¡Por supuesto!) se sirvieron a la hora de la discusión literaria. Las letras: El olvido que seremos es la obra más reconocida de Héctor Abad Faciolince, el autor paisa que conmovió a todo un país con este relato personal autobiográfico. Todos los colombianos presentes hicimos hincapié en el impacto que este libro ha tenido en toda una generación por reflejar una realidad apabullante que se ha vivido en Colombia durante las décadas finales del siglo XX. El debate se abrió hacia consideraciones de índole social, política y hasta religiosa en una conversación enriquecedora y profunda con diversas y divergentes perspectivas.

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